Borrego explicó ante el Comité Económico y Social Europeo que “las mujeres desempeñan un papel primordial en el mundo y en la economía rural, tanto en los países en desarrollo como en los países desarrollados. Su participación en el sector agrícola resulta de vital importancia, contribuyendo, en gran medida, a la erradicación de la pobreza y del hambre”.

La presidenta indicó que “el mundo rural se ve gravemente afectado en términos de productividad y son diversos elementos los que entran en juego, además de la existencia de la brecha de género”.

Asimismo, apuntó la necesidad de que los programas de desarrollo deben tomar en consideración las funciones específicas de cada sexo que rigen el sector ganadero a pequeña escala. “Los sistemas ganaderos tradicionales basados en los recursos locales y las razas animales son la principal fuente de sustento para 200 millones de familias del medio rural y proporcionan alimentos e ingresos para aproximadamente el 70 por ciento de la población rural del mundo”, señaló.

Según Borrego, en la actualidad, a pesar de los avances conseguidos en algunos ámbitos, la exclusión de las mujeres en la ganadería, tierra, servicios y recursos financieros, educación, salud, tecnología y empleo rural es todavía significativa. “La eliminación de la brecha de género en el mundo rural generaría importantes beneficios para el sector agrícola, la seguridad alimentaria y la sociedad”, aseguró. De este modo, “el acceso a determinados recursos productivos aumentaría la productividad de sus explotaciones agrícolas en un 20 o un 30 por ciento, de modo que la producción rural en los países en desarrollo se incrementaría en un 2,5 o un 4 por ciento” (FAO, 2011). Dicho incremento desembocaría en una considerable reducción de personas que padecen hambre en el mundo, “entre un 12 y un 17 por ciento”, aseguró.

La presidenta de Femur indicó que los datos empíricos demuestran que las mujeres colaboran de forma significativa en la economía rural: “Tienen más responsabilidades domésticas que los hombres y los ingresos que generan están destinados al sustento y desarrollo familiar. Dicho fenómeno origina consecuencias verdaderamente positivas en términos de contribución al crecimiento económico, desarrollo sostenible, creación de capital humano y bienestar social en el mundo”. Por todo ello, defendió, “cabría adoptar medidas, tales como la eliminación de la discriminación de las mujeres en el acceso a los recursos productivos, la promoción de su participación en la vida pública, el fomento de la educación universal así como la inversión en nuevas tecnologías dirigidas a facilitar el trabajo, ahorrar tiempo y mejorar su rendimiento, de forma que puedan dedicarse a desarrollar otras actividades productivas”.

Por último, Borrego dejó claro que aún queda un largo camino por recorrer para eliminar la brecha de género en la agricultura y potenciar a las mujeres rurales de forma que sean reconocidas como constructoras clave del desarrollo agrícola, bienestar social y seguridad alimentaria mundial y que un paso importante sería establecer como meta única y primordial el empoderamiento de las mujeres en toda política y programa agrícola, de forma quesean valoradas y visibles en los sistemas de género de la actualidad y realizar estadísticas y estudios concretos de la situación de la mujer ganadera.